miércoles, 19 de diciembre de 2007

Falsos amos ó dominantes

Leyendo un post de Lord Mayfair comenta: "Ya me había dado cuenta de una importante diferencia entre los dominantes que he encontrado en mis tres años y pico de andadura en estos derroteros: básicamente la cortesía. Ellos gritan, insultan ("perro, ven aquí"), degradan verbalmente... Es una práctica, muy extendida, pero una práctica que no comparto."

Y tengo que darle la razón por mi experiencia, aunque escasa, no está exenta de ese tipo de encuentros. La mayoría de los dominantes con lo que he estado suelen tender a llamarte perro a todas horas, insultarte en todo instante y, sin embargo, me parecen falsos amos ó dominantes, como reza el título de esto post. Normalmente los falsos amos parece que necesitan a alguien a quien adiestrar, pero luego, realmente no saben lo que hacen, o simplemente piensan que el bdsm es decir palabrotas y penetrar a saco.

Esa degradación que practican es un sin-sentido. Tanto los castigos como la humillación tienen que tener un origen; este puede estar en el fuero interno del amo (es decir, su narcisismo, está disgustado por algún motivo concreto y necesita sacar la furia, así que castiga al esclavo), o correctivo (por una falta del esclavo en su adiestramiento).

Pero el castigo por el castigo, sin motivo u origen, pierde su significado, pasá a convertirse en una especie de locura que me desconcierta como esclavo. Ya no sabe uno a que atenerse como esclavo, el adiestramiento pierde toda dirección, y simplemente es maltrato compulsivo, sin guía ni orden. No generan una historia, un relato digno de contar, que preservar, se pierden toda la dimensión artístistica y estética del asunto.

La parte de roll playing juega un papel central, por supuesto, siempre consensuada, y por supuesto, el más dominante, es decir, el poseedor de impulsos agresivos ocasionales, llega a un pacto con el esclavo, que necesita poseer al amo a través de recoger en su cuerpo su furia. Este hecho termina provocando una dependencia del amo con respecto al esclavo, ya que socialmente es muy difícil encontrar a esclavos, y más un esclavo afín a la historia iniciada con él. Así, el esclavo llega a transfigurar sus sensaciones y percepciones llegando a sentir placer a través del dolor y la humillación, recanalizados a través del placer de sentir poseer a su poseedor y, cumpliendo un sueño de poseer a través del dolor, la sumisión y la humillación.

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